Ricardo Diez
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| Enviado miércoles, 09 de marzo, 2005 - 05:00 pm: | |
SEPRIN , miercoles 9 de marzo de 2005 Procesaron al jefe de seguridad de "Cromañón", al mánager de Callejeros y al encargado de control de la banda. Buenos Aires, mar. 9 (NA) -- Raúl Villarreal, mano derecha del empresario Omar Chabán en "República Cromañón", fue procesado con prisión preventiva por su responsabilidad en el incendio que provocó la muerte de 193 personas, mientras que se dispuso la libertad del mánager de Callejeros y del encargado de control de la banda, aunque seguirán vinculados a la causa. El fallo fue dictado por el juez de Instrucción Marcelo Lucini, quien procesó a Villarreal por el delito de homicidio por dolo eventual, la misma figura penal por la que cumple prisión preventiva Chabán, y le trabó un embargo de 57,6 millones de pesos sobre sus bienes. En la misma resolución, el juez procesó por homicidio culposo al mánager de Callejeros, Diego Argañaraz, quien recuperó la libertad anoche, y al encargado de control que la banda contrató la noche de la tragedia, Lorenzo Bussi, cuyos bienes fueron embargados en 20 millones de pesos. Debido a que esa figura penal prevé una pena de seis meses a cinco años de prisión, el juez accedió a la excarcelación de los imputados desde el Departamento Central de Policía. En una resolución de 123 carillas, el magistrado resaltó que la puerta de emergencia de "República Cromañón" estaba "herméticamente cerrada" cuando actuó Callejeros, y que mientras la habilitación del local sólo permitía el ingreso de 1.031 personas esa noche entraron al boliche "2.811" aunque casi mil localidades más habían sidos puestas a la venta. Con respecto a Villareal, el juez lo describió como un hombre "activo, interiorizado en el negocio, con absoluto conocimiento sobre la organización del mismo, su giro comercial y dinámica en cada evento que se llevaba a cabo", con "un importante grado de independencia en lo que a decisiones sobre el funcionamiento del local respecta". Una verdadera -según el juez- "mano derecha" de Chabán, quien lo tenía como su "persona de confianza" y que "sin encargarse de nada en particular, está al tanto de todo y tiene injerencia en cualquiera de los aspectos del negocio". "La principal responsabilidad de Villareal emana, justamente, de haber sido una de las personas que participó activamente de la organización del trágico espectáculo, con conocimiento del exceso del público, del estado de la puerta de emergencia, del ingreso de pirotecnia, de las deficiencias del control, de los incendios anteriores y de la posibilidad de un episodio con consecuencias trágicas", detalló Lucini. El juez relativizó la importancia de si efectivamente Villarreal era o no el jefe de seguridad de Chabán porque "lleve o no ese mote, evidentemente tenía amplia capacidad de acción en lo que al tema se refiere y, por ende, tuvo en sus manos la posibilidad (y la obligación) de que no ingresara pirotecnia máxime cuando conocía las condiciones combustibles del techo, que la puerta de emergencia estaba cerrada, que había más público del permitido". Con respecto al mánager de la banda, el juez destacó que si bien se preocupó "por las formas de ingreso, no fue así con las de egreso, es decir con una forma de evacuación en una emergencia", y que "ante los dichos del organizador en cuanto a la probabilidad de incendios no tomó mayores recaudos y vendió entradas en un número cercano a 3.500, excediendo el número habilitado", al tiempo que contrató personal de control que hizo un "cacheo deficiente". Por todos estos motivos el magistrado concluyó que Argañaraz "actuó en forma imprudente y negligente, lo cual facilitó la producción del siniestro que terminó con la vida de 193 personas y produjo centenares de heridos" e incluso arriesgó que si "hubiera actuado diligentemente y en forma responsable, tomando los recaudos correspondientes, el incendio no se hubiera producido". Para el juez, tratándose Cromañón de un lugar cerrado y conociendo Argañaraz que "el público que asiste a los recitales del grupo utiliza pirotecnia", no debió organizar "el espectáculo en ese lugar" o debió "haber arbitrado las medidas necesarias como para corroborar los extremos tan básicos como que la puerta de seguridad se hallaba operable". Con respecto a la bengalas, el magistrado lanzó una hipótesis no probada aún pero que señala que Argañaraz era un "promotor del uso" de pirotecnia en los recitales "más que un activo opositor". En el caso de Bussi, Lucini dio por acreditado que fue el encargado del control de ingreso del publico al local y "teniendo como tarea específica la incautación de elementos de pirotecnia de entre los asistentes, su tarea no fue llevada a cabo en forma correcta, ya que, al recinto ingresaron al menos 27 de estos materiales". "En definitiva, cada uno se desprende de responsabilidades para achacárselas a otros. Unos son control y otros seguridad, unos responsables del local y otros responsables de los grupos que tocan. Cada uno se hace cargo de una parte, pero siempre dejan otros temas que a larga no son atendidos por nadie", se quejó el juez al hacer alusión a los descargos cruzados que cada uno de los imputados hizo al momento de ensayar su defensa. |