Ricardo Diez
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| Enviado domingo, 15 de enero, 2006 - 03:29 pm: | |
CLARIN Juicio político a Ibarra La pelea depende de tres votos En un escenario volátil, 7 de los 15 miembros juzgadores votarían a favor de la destitución del jefe de Gobierno. Y otros 5 se inclinarían por sostenerlo. Es clave la decisión de 2 legisladores del ARI y una radical. ------------------------------- Mariana García. magarcia@clarin.com Sin más respaldo que su propia destreza para convencer, Aníbal Ibarra empezará este martes el agotador trabajo de conseguir tres votos que podrían definir su futuro. En un juicio político en el que siete de los diez legisladores que se necesitan para sacarle su permanencia al frente de la Ciudad parecen decididos, el jefe de Gobierno apenas cuenta con un pequeño margen de tres votos para lograr la absolución. Con el desgaste de un año en el que los desatinos se sumaron uno tras otro, sin una estructura que lo respalde y el apoyo restringido del Gobierno nacional, Aníbal Ibarra llegará a la Legislatura el martes a las 9 de la mañana para escuchar los cargos en su contra en el juicio político que determinará si tuvo o no responsabilidad sobre el incendio de República Cromañón. Antes, pedirá la palabra para exigir la nulidad de la acusación, y allí empezará la tarea de conquistar tres votos. Hoy la Sala muestra a cuatro legisladores macristas y tres de distintas corrientes de izquierda decididos por la destitución de Ibarra. Y a un socialista y a una legisladora del Frente Grande contrarios a su remoción. Sin garantía escrita sobre dos de los tres legisladores kirchneristas que integran la Sala Juzgadora, Ibarra apuntará directo a quienes alguna vez integraron la alianza que le dio la reelección, el ARI. "Libertad de conciencia" fue lo único que dijo Elisa Carrió sobre el juicio político y no habló más. Y dejó que se acumularan llamados sin contestar de Ibarra, y también de sus propios legisladores. A ella le hablará Ibarra el próximo martes. A ella, y al otro referente de la Ciudad, Mauricio Macri. A ambos quiere obligarlos a las definiciones públicas. Ibarra intentará así demostrarle a Carrió que su silencio la equipara al líder de PRO. A él, en cambio, lo denunciará, una vez más, como artífice de un "golpe institucional" en su contra. Ni los ibarristas ni los kirchneristas que siguen aliados dan demasiado por el tercer voto en suspenso, el de Florencia Polimeni. Ex macrista, ex radical, a punto de ser madre, y ahora con bloque propio, nada indica que Polimeni vaya a volver sobre sus pasos. Fue quien, un año atrás, durante el descargo que Ibarra hizo en la Legislatura, pronunció uno de los discursos más duros. Más compleja es la relación con el Gobierno nacional. Ibarra sabe, y así lo reconocen sus funcionarios y los propios kirchneristas, que todavía no tiene garantizados a dos de los tres legisladores del Frente para la Victoria que integró la alianza que dos años atrás le dio la reelección. Es más, uno de ellos, Helio Rebot, parece cada vez más cómodo en su papel de vocero de la oposición, algo que molesta tanto a los ibarristas como a los "albertistas", los alineados tras el nuevo jefe del PJ porteño, Alberto Fernández. Los ibarristas se quejan porque el tono crítico de Rebot no les deja demasiado margen para convencer a los dos legisladores del ARI. Es que dentro del bloque kirchnerista se juega algo más que el veredicto sobre el primer juicio político a un jefe de Gobierno. Allí, lo que se debate es la autoridad de Fernández en el distrito. Rebot, un hombre de Jorge Argüello, no parece dispuesto a aceptar que el jefe de Gabinete sea quien reflote al peronismo de la Ciudad. El segundo en discordia es Elvio Vitali. El ex director de la Biblioteca Nacional y un hombre de los 70 repitió hasta el cansancio que no va a recibir órdenes del jefe del bloque, Diego Kravetz, de apenas 34 años. Los kirchneristas de Alberto Fernández aseguran que, de uno u otro modo, sus votos están asegurados a favor de Ibarra. Aunque aclaran que su apoyo será restringido: el presidente Néstor Kirchner se mantendrá al margen y tampoco habrá un llamado del jefe de Gabinete, como sí ocurrió un año atrás. "Hay que cerrar con Aníbal", dijo entonces. Ayer, Ibarra pasó su segundo mes sin pisar su oficina del primer piso de la jefatura de Gobierno. Por resignación y por imposición de quien hoy maneja la Ciudad, su vice, Jorge Telerman, ya no tiene injerencia sobre las decisiones de su administración. Sin certezas sobre lo que sucederá el día del veredicto, Ibarra admite entre los suyos que hoy ya se conforma con "descubrir la maniobra" que le atribuye al macrismo y a la izquierda. Mientras intentan sobrellevar el nuevo estilo Telerman, hasta los propios funcionarios ibarristas empezaron a acostumbrarse a la palabra que, un mes atrás, no podían pronunciar: destitución. |