Ricardo Diez
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| Enviado lunes, 27 de febrero, 2006 - 07:31 am: | |
NOTICIAS URBANAS Ibarra, por la política pop Ibarra cree haber descubierto una "nueva forma de hacer política" -a la que en su entorno llaman "pop"- y se aferra a ella, como un náufrago a su balsa. Cómo vivió el ibarrismo el gesto de apoyo de Kirchner, quien esta semana lo llamó "amigo". El giro en su estrategia comunicacional. Telerman, su amigo y rival. Cómo lo ven realmente desde la Rosada. Por Laura Di Marco El problema con los entornos –sobre todo, los políticos- es que suelen estar cegados a la realidad o sólo la ven en parte, lo que también es una manera de deformarla. Y en este sentido, el entorno de Aníbal Ibarra no es ajeno a este síndrome del poder. Un par de datos de la realidad –también tomados selectivamente, claro- bastaron para que el suspendido jefe porteño volviera a entusiasmarse con su futuro político. Y a pesar de que su operador máximo, el jefe de Gabinete porteño, Raúl Fernández apela a la cautela, Aníbal cree haber descubierto una “nueva forma de hacer política”: la política pop, un término que surgió del think tank porteño. ¿De qué se trata? Quienes manejan su estrategia comunicacional, lo describen así: “La gente va hasta la casa de Aníbal, como si fuera un santuario. Y allí le deja colgadas tarjetas muy afectivas; le lleva regalos. Le han llegado a regalar un chancho; quesos; verduras. El miércoles 1 de marzo es su cumpleaños y, él no lo sabe, pero los vecinos le están preparando una torta gigante. Como los ídolos populares -de ahí lo de “pop”-, descubrió cómo vincularse con la gente, desde lo afectivo, sin que medien estructuras orgánicas”. Ibarra suele seguir respondiendo preguntas de periodistas que lo requieren en la puerta de su casa, en el barrio de Villa Ortúzar. Lo que ahora incorporó, en este rito, es aparecer en cámara devolviendo el saludo a la gente, que pasa con el auto por detrás de la rueda periodística. Así es que, para lo que algunos es “victimizarse” –Ibarra suele comentarle a la gente que está siendo víctima de una “tremenda injusticia”- para el ibarrismo es una novedosa expresión de lo “pop” en política. Es cierto: hay muchas formas de ver las cosas. Kirchner como Maradona Escuchar “amigo Aníbal” en boca de Néstor Kirchner fue todo lo que Ibarra necesitó para leerlo como un apoyo presidencial a su continuidad. “Fue como cuando lo saludó Maradona, que le dijo ‘Aníbal, no me afloje”, admitieron, cerca del jefe suspendido. Del encuentro con Maradona, Ibarra rescata que el astro le mandó saludos a su padre. “Y la verdad es que Maradona no conoce al padre de Aníbal, lo que pasa es que parece que le pegó cuando escuchó que el padre defendía al hijo; de nuevo aquí, lo afectivo”, interpretan en el Palacio porteño. Claro que también aquí hay un filtrado engañoso. Al mismo tiempo que Kirchner tuvo ese gesto amigable con Ibarra –que, sin duda, es un gesto-, también se reunió con Jorge Telerman dos veces esta semana, en su despacho, para hablar sobre la gestión. Este viernes, los familiares de las víctimas de Cromañon le pidieron al Presidente que se abstenga de intervenir en el juicio político que se le sigue en la Legislatura por mal desempeño en sus funciones. Se lo pidieron a él, y también a su esposa, Cristina. Entre esos familiares, que relataron el drama vivido después de la pérdida de sus hijos, estaba Armando Canziani, papá de una de las adolescentes fallecidas en el incendio de Once. Canziani es amigo y colaborador político de Jorge Telerman. Ibarra piensa que Telerman puede liderar una coalición “amplia” en la Ciudad, y cree, también, que él podría formar parte de ese armado como senador nacional representando a la Capital. Sí: ser senador o integrante del gabinete K forman parte de sus opciones políticas futuras. También cree que, si zafa finalmente de su destitución, hará de aquí en más buena letra y –ahora sí- impulsará una construcción conjunta con el kirchnerismo en la Ciudad, tal como ocurre en el uruguayo Frente Amplio, una experiencia que le gusta. Muchos operadores de la Casa Rosada, sin embargo, no se movieron ni un centímetro de lo que pensaban hace una semana: “Aníbal es un muerto político, pero como interlocutor resulta más confiable que Telerman”. Y así son las cosas, sobre todo, para Alberto Fernández, enfrentado desde hace años con el calvo vicejefe, en ejercicio de la jefatura. Es cierto: hay muchas formas de ver las cosas. |