Ricardo Diez
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| | Enviado lunes, 30 de octubre, 2006 - 07:54 am: | |
Indiferencia de los buenos
Por Jose Iglesias
Soy un papá de Cromañón. El inenarrable dolor que padecemos desde el 30 de
diciembre de 2004 recibía alguna mitigación cuando veíamos en lugares
públicos una flecha verde que indicaba "Salida de emergencia". Esta tosca y
primaria reacción era nuestra respuesta a una muerte absurda: si nuestros
hijos fueron arrancados, que al menos ello evite que otros jóvenes tronquen
sus vidas. Después, esa primera reacción se racionalizó exigiendo que los
locales de baile y los ámbitos donde se celebraban recitales reuniesen
condiciones de seguridad que garantizasen la sobrevivencia de los
asistentes. La pelea fue y es enorme: hoy estamos igual. En definitiva
reclamamos ante una estructura inconmovible y superficial, que carecía de
poder o de voluntad para penetrar en las raíces de una conformación
corrupta.
Los locales de baile clase C fueron objeto de una reacción espasmódica en
los primeros días de 2005. Ese espasmo se contuvo a los pocos meses y
renacieron el descontrol, la coima y la indiferencia.
Desde marzo o abril de 2005, pudimos comprobar recitales clandestinos en
locales no habilitados para realizarlos, locales con insuficiencia de
salidas, teatros que aun hoy funcionan en sótanos, sin salidas ni
indicaciones lumínicas adecuadas, escuelas en situación de riesgo, talleres
clandestinos, etcétera.
Nuestros 194 chicos se ofrendaron, como antes lo hicieron 17 chicos en
Kheyvis, para que nada pase. Que los funcionarios y los dirigentes políticos
fallen en esto no nos sorprende. Las cajas de recaudación son más
importantes que las vidas que exigen.
Que esto ocurra en las narices de nuestros vecinos nos duele. Decía Gandhi
que más que los actos de los malos, le horrorizaba la indiferencia de los
buenos. Mi hijo murió, en parte, por mi indiferencia previa a Kheyvis, a
LAPA, a Río Tercero, etc. Seguramente yo formaba parte de los buenos
indiferentes de los que hablaba Ghandi, y hoy tengo la indeseada posibilidad
de escribir esta nota. Ojalá nunca hubiera sido así, pero la indiferencia de
los buenos y la mía me condenaron.
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Jorge Garaventa
jorgegaraventa@hotmail.com.ar
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