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Ricardo Diez
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Enviado sábado, 19 de marzo, 2005 - 05:58 am:   

CLARIN , sábado 19 de marzo de 2005

Un vía crucis de 78 días para la última sobreviviente de Cromañón

Ayer recibió el alta y ya no quedan más internados por el desastre de Once. En el incendio perdió a su padre y a su hermano de 14 años. Y su madre se salvó.

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Mariana Iglesias.
miglesias@clarin.com

Los médicos le dijeron que por favor no hablara. Pero a Romina no la calla ni la traqueotomía que tuvo hasta hace sólo dos días. De ahí la gasa en la garganta, el leve ronquido en la voz y los diez kilos menos. No son las únicas marcas de Cromañón. Hay otras mucho más profundas. Aquella fatídica madrugada murieron su papá, Roberto, y su único hermano, Matías.

"No, no fue el destino. El destino de 193 personas no puede resolverse en una sola noche. Eso fue una tragedia, una masacre", dice Romina Calderón, de 19 años. Estuvo internada 78 días. Fue la última paciente dada de alta. Salió del hospital ayer bien tempranito con Miriam, su mamá. Lo primero que hicieron fue ir al cementerio de Flores, donde están enterrados Roberto y Matías. Al nombrarlos Romina corre a buscar sus fotos, como para que los hombres de la familia estén presentes en la charla.

Aparece una escena de hace dos años en la que baila con su papá en la fiesta de egresados del secundario. La mamá acaricia el rostro de Matías, coronado por una cabellera toda enrulada, exactamente igual a la de ella. "Tenía 14 años", dice Miriam con un nudo insoportable en la garganta. Romina vuelve a su papá: "Pensar que estuvo en las Malvinas y en Croacia, y se viene a morir en Cromañón...".

Roberto tenía 41 años y era suboficial del Ejército. Fue combatiente en el 82 y viajó con los Cascos Azules en el 94. También, y a fuerza de acompañar a los chicos a los recitales, se había hecho un fana más de Callejeros. Juntos, los habían ido a ver a todos lados: Avellaneda, Cromañón (el día que se inauguró), Excursionistas diez días antes. Y fue él quien sacó las entradas para el show del 30 de diciembre. Con una novedad, sacó cuatro, para que los acompañara Miriam.

Aquella noche calurosa la familia completa se tomó el 148 desde Florencio Varela a Constitución. De ahí el subte a Plaza Once. Entraron a Cromañón y se quedaron los cuatro juntos en la escalera, hasta que empezó el humo, y Roberto les dijo de subir. Lo último que recuerda Romina es haberse tirado arriba de su hermano para que no lo pisaran. Miriam se desvaneció. Ninguna sabe quién las salvó. Miriam quiere creer en su teoría de que fue Roberto "que nos sacó a las dos y después se quedó sin fuerzas". A ella la llevaron al hospital Alvarez. La mujer, de 39 años, recién abrió los ojos el 6 de enero. Cuatro días más tarde le daban la peor de las noticias: había perdido a su marido y a su hijo.

Romina estaba en el Ramos Mejía, intoxicada con cianuro y monóxido de carbono. Fue trasladada al hospital Militar. La entubaron. Le hicieron una traqueotomía. Le operaron un coágulo de sangre que tenía en el pulmón derecho. El 11 de febrero, "el día de la virgen", le sacaron el respirador artificial. El 23 salió de terapia intensiva. Ayer le dieron el alta definitiva, aunque tiene que seguir con la rehabilitación.

Madre e hija están con apoyo psicológico. A Romina los especialistas le dijeron que iba a ser un año distinto, con cambios, y que se lo tome para pensar qué quiere hacer de su vida. Se había anotado en la facultad para seguir la carrera de Asistente Social. "Pero me di cuenta de que es un trabajo en el que se ve mucho dolor, y ahora yo no podría hacerlo", admite.

Hay algo más que no volverá a hacer: escuchar a Callejeros. Ricardo, su novio, ya rompió todos los discos. Ella todavía no se atrevió a entrar a su pieza, que está completamente empapelada de posters de la banda de Villa Celina, localidad a la que curiosamente van a mudarse Romina y su mamá. La mujer no sabe qué hará con las remeras de Matías, que "son todas pero todas de Callejeros".

Un lugar perfecto. Sería una pena. Si me cansé. Las canciones preferidas de Romina ya no sonarán en su casa "porque enseguida pienso en papá y Matías". Tampoco iría a verlos a un recital. "Ellos también tienen su cuota de responsabilidad en lo que pasó", dice, tajante.

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