Ricardo Diez
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| Enviado sábado, 15 de enero, 2005 - 07:28 am: | |
CLARIN, sábado 15 de enero de 2005 En las hogueras de la desidia ------------------------------------------------- Norma Morandini. nmorandini@clarin.com Un control aquí, uno mas allá, y como en la zamba, "un camino largo que baja y se pierde" hasta el nuevo escándalo o catástrofe. Suena cínico. Pero como la contracara del escepticismo es la confianza, esta vez la inmolación de los pibes en las hogueras de la desidia y la irresponsabilidad parecen actuar como el Cristo que muere para salvarnos. Ellos, desde el sacrificio, nos increpan como padres, como gobernantes, como docentes, como jueces, como periodistas, y todos desde un lugar u otro, reclamamos por lo que no se hizo hasta ahora: un Estado con poder de policía, castigos ejemplares en la Justicia para inhibir la codicia y el dinero ganado fácil a expensas de los mas débiles; transparencia para conocer la procedencia del dinero que en la última década levantó catedrales de consumo y diversión, y confundió consumo con modernidad, sin advertir que las dos mayores tragedias de los "shopping" y las discotecas sucedieron en Sudamérica, en Paraguay y Argentina. Lentamente, las palabras "culpa" y "responsabilidad" se van reemplazando por la de "control", que a su vez le abre el camino a un verbo de escaso uso que bien podría evitar los abusos: prevenir. Para eso, hace falta el control social, el escrache colectivo, la presión de lo público sobre los intereses de pocos, y cambiar la valoración sobre los hechos que vivimos. El buen ciudadano es el que reclama, no el que se avergüenza por ejercer sus derechos. Con una idiosincrasia tan proclive a mirar hacia fuera, vale imitar lo que sucede en el mundo rico, donde las grandes corporaciones y los medios de comunicación, que hacen "marketing social", esta vez debieron ayudar a las víctimas del sudeste asiático, sin publicitar esas acciones solidarias por que saben que a la ciudadanía les caería muy mal que se haga publicidad sobre la tragedia. De modo que si los argentinos todavía no censuramos que se busquen segundas intenciones, sea el rating o los votos, no nos quejemos de que se lucre con nuestros dolores. |