Ricardo Diez
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| Enviado viernes, 12 de agosto, 2005 - 06:51 am: | |
CLARIN El caso Cromañón queda plantado en el centro de la campaña porteña El kirchnerismo intentó sin éxito demorar el proceso de juicio político a Ibarra. ------------------------------- Julio Blanck. jblanck@clarin.com El intento opositor de llevar a juicio político a Aníbal Ibarra por la tragedia de Cromañón ocupará un espacio central en la campaña electoral porteña. Así quedó determinado después del fallido intento del kirchnerismo para demorar el proceso en la Legislatura, frente a la inesperada alianza táctica entre los seguidores de Mauricio Macri, un sector de la izquierda y hasta los escasos adherentes que allí le quedan a Ibarra. En una lectura rápida, Macri podría ser el principal beneficiado por esta situación, como líder opositor del distrito. Sin embargo, estudios que consultó el propio Macri indican que más de la mitad de los porteños están convencidos que busca sacar tajada política del caso Cromañón. Por eso, en su comando de la calle Alsina aseguran que se moverá con absoluta cautela para acreditarse ese posible beneficio. Es que la elección en Capital se presume tan equilibrada, que cualquier error en la sintonía con la opinión pública puede costar 2% o 3% de los votos, un porcentaje que bastaría para recorrer la distancia entre la victoria y la derrota a los tres candidatos mayores: Elisa Carrió, Macri y Bielsa. Carrió es la menos incómoda por el caso Cromañón. Su gente respaldó el trabajo de la comisión investigadora y ella fue a un acto con los familiares de las víctimas. Pero también dijo que no está de acuerdo con el desplazamiento de Ibarra. Es un difícil equilibrio, pero Carrió lo ejecuta con naturalidad y limpieza. Bielsa, en cambio, sufre una molestia manifiesta. Haber puesto en palabras y actos esta incomodidad le ocasionó, una semana atrás, un duro cruce con la Casa Rosada. La diferencia se zanjó en una charla con Alberto Fernández, jefe de Gabinete y del PJ porteño. Pero la molestia del candidato no desapareció. "No se puede barrer el tema Cromañón debajo de la alfombra", le dijo Bielsa a Fernández. Está convencido que hubo deficiencias del Estado porteño que ayudaron a hacer posible la tragedia. Y argumentó, ya en términos de utilitarismo electoral, que ignorar el tema Cromañón era dejar el espacio vacante para que la oposición lo use en la campaña. Cerca del canciller aseguran que el jefe de Gabinete se mostró comprensivo. Sin embargo, cinco días después los kirchneristas buscaron sin éxito frenar el impulso que trae el pedido de juicio político a Ibarra. Para Bielsa no debería ser una sorpresa: el presidente Kirchner en persona le había tachado de su lista de candidatos para octubre a Milcíades Peña, un amigo del canciller que se alejó abruptamente del ibarrismo y, desgracia familiar mediante, es uno de los legisladores porteños más comprometidos por Cromañón. El proceso de juicio político está lanzado. Una comisión determinará los hechos acusatorios y pedirá a Ibarra su descargo. Luego llegará el momento de decidir si se lo enjuicia. Para eso harán falta 30 votos en la cámara acusadora, de 45 miembros. Esa votación decisiva se haría hacia finales de setiembre: a un mes de la elección y con la campaña en ebullición completa. La gente de Macri sabe que hoy no tiene esos 30 votos, sino que llegarían a 26 sumando propios y aliados a derecha e izquierda. Pero confían en alcanzar la cifra mágica con la enorme presión de los familiares de las víctimas, que asisten a cada reunión en la Legislatura. Algunos familiares, o sus allegados, habrían llegado incluso a la intimidación física contra legisladores oficialistas y funcionarios porteños, aunque ninguno de ellos quiso hacer públicos esos incidentes. De todos modos, los macristas confían en ganar políticamente aunque el juicio se frustre, porque sólo los votos del kirchnerismo pueden salvar a Ibarra. Suponen que eso dejaría en sus manos una bandera inmejorable para agitar ante el electorado porteño, con perjuicio directo de Bielsa. Esa misma percepción de que los votos no alcanzan para llevar a Ibarra a juicio hizo que la menguada tropa ibarrista en la Legislatura contribuyese a apurar el trámite. Ven así la posibilidad de cerrar este capítulo y lograr algo de respiro para completar el mandato en 2007. Una duda cruel los atenaza: creen que además del interés inmediato por el posible costo electoral, los kirchneristas quieren dilatar el proceso de juicio político para ser ellos quienes se cobren la cabeza de Ibarra después de octubre, haciéndose del control del Gobierno porteño, si es que la fortuna les sonríe y ganan la elección. La política, se sabe, es un universo de sospechas y conspiraciones. Algunas, a veces, resultan verdaderas. |