Ricardo Diez
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| Enviado viernes, 11 de noviembre, 2005 - 05:40 pm: | |
URGENTE 24 horas La culpa de la postergación del Juicio a Ibarra la tuvo el kirchnerismo La culpa de que Ibarra tenga que esperar al lunes para saber si sigue siendo jefe de gobierno fue de Diego Kravetz y Francisco “Pancho” Talento, del Frente para la Victoria. Ellos se levantaron de la sesión y se llevaron a su bloque. Y esto enardeció a los padres: podían soportar cualquier cosa, menos de que se escaparan de la votación. De allí en más el espiral de tensión y violencia fue imparable. La culpa de no es de Macri como dice Ibarra, la culpa es de sus propios defensores. Y el gran perdedor de la noche fue el presidente Néstor Kirchner al que los padres no se cansaron de insultar. POR TOMAS VIDAL A esta hora las tapas de los principales medios digitales del país titulan, palabras más palabras menos: “Ibarra acusa al macrismo por la suspensión de la sesión”. La única verdad es la realidad decía Juan Perón. Pero esto no ocurre en los medios de comunicación. Aquí todo se tergiversa y la única verdad ya no es la realidad sino la línea editorial. Todo aquel que ayer a la noche haya estado en el edificio de Perú 160, en la Legislatura porteña, sabe que la culpa de que la sesión se cayera no fue del bloque macrista, llámese Compromiso para el Cambio o Juntos por Buenos Aires. La responsabilidad es de los legisladores kirchneristas. La culpa es de Alberto Fernández, de Pancho Talento y Dieto Kravetz. ¿Por qué? Simple, al principio de la sesión Kravetz y Talento tenían preparados sus discursos, pero después cambiaron de opinión. No estaban dispuestos a asumir el costo de defender a Ibarra en el recinto. Por lo que planearon una estrategia, esperarían a que no hubiera ningún diputado anotado para hablar, ya al borde de la votación pedirían que se incluyera el discurso de Talento en la versión taquigráfica e inmediatamente después votarían. Así dejaban salvada su posición y no pagaban el costo político, ante los padres y ante las Cámaras. La realidad es que durante las 5 horas que había durado la sesión, se había parecido mucho más a una acusación unilateral que a un debate. Los únicos diputados que se habían animado a defender al Jefe de Gobierno fueron Sandra Dosch y De Giovanni. Y no quedaban fundamentados los porqués, las razones por las cuales Ibarra no sería acusado. Que quede claro: hasta el momento que los kirchneristas se levantaron de sus bancas la sesión se encaminaba inexorablemente hacia su fin anunciado: 29 votos a favor de la acusación. Perdían los padres, perdía la izquierda, perdía el Ari, y perdía el macrismo. Iban a perder, pero todo continuaba. Los padres estaban desolados, cansados, tristes, enojados, algunos hasta resignados. El sentimiento era de desazón. Durante varias horas habían esperado que aparecieran los ausentes. Aplaudieron a Martín Borrelli cuando públicamente los llamó al recinto preguntándose que si no estaban ahí “¿para que carajo son diputados?”. Más tarde llegó Nito Artaza, pidiendo la presencia de Roberto Vázquez y denunciando que le había mandado una carta documento y que no podía ser que el único diputado de la UCR no estuviera presente en el momento más importante de la historia de la Legislatura. Pero Vázquez no apareció, por más de que los padres lo intentaron llamar a Jesús Rodríguez, a Enrique “Coty” Nosiglia y a cuanto pope del radicalismo pudieron ubicar. También se diluyeron las esperanzas de que llegara el Chango Farías Gómez, por más de que José Iglesias, padre de una de las víctimas, abogado, operador y vocero de los familiares, denunció ante cuanta cámara se le puso adelante que el carnavalesco diputado le había prometido que iba a votar el juicio. Pero las esperanzas eran vanas. El enroque fue con Eduardo Lorenzo Borocotó, flamante kirchnerista que decidió hacer quizás el último gesto decente posible de su vida: presentarse a votar por el Juicio Político. Y la matemática de Alberto enfermó al Chango y lo mandó a un hospital. Si no serían 30 y no 29. Y eso no se podía permitir. Todo iba hacia su fin anunciado, las caras de los asesores macristas lo decían todo, las había tristes, otras de bronca, las más eran de resignación. Pero pidió la palabra el diputado de Recrear Jorge San Martino y denunció la operación de los kirchneristas. Le habló directamente a Silvia Larrufa, ex compañera de bloque en el antiguo Unión para Recrear Buenos Aires, y la acusó de haber cambiado su voto. Se dirigió a Diego Kravetz y le recordó que a principio de año estaba cerca de los padres de las victimas. A Talento lo acusó de haber cambiado su dictamen el día anterior (Talento estaba en la comisión investigadora y hace exactamente dos viernes que se daba por seguro que iba a firma el dictamen en contra de Ibarra, al lunes siguiente presentó un escrito donde impugnaba lo actuado por la comisión). Y terminó “¿Por qué no se anima a justificar su voto negativo?", a En medio del griterío, Kravetz saltó de su banca. Quería pelear. "No le respondas", le gritó su compañera de bloque Ana Suppa. Pero Kravetz estaba descontrolado, se levantó y mientras lo insultaba a San Martino inició la retirada. Atrás salieron, Francisco Talento, Silvia La Ruffa, Ana Suppa, Mónica Bianchi, y Claudio Ferreño. De ahí en más el delicado equilibrio que había entre bronca y resignación se rompió. Los padres lo interpretaron como una falta de respeto imposible de tolerar, y los cánticos empezaron a llenar el recinto. Ya no eran esporádicos y mezclados con aplausos. Ahora eran continuos y tenían un principal destinatario “Kirchner compadre, la concha de tu madre”. Intentó habla Milcíades Peña, pero la tensión fue in crecendo, ya se palpaba que la olla a presión mucho más no podría soportar. Y Santiago de Estrada llamó al cuarto intermedio. Las posiciones estaban divididas, los ibarristas querían votar si o si. Sabían que ganaban. Pero muchos decían que no estaban dadas las condiciones. Entre ellos algunos eran inocentes y algunos no. Pero, incomprensible para muchos, un alto porcentaje de los macristas querían votar, ya no les importaba perder, se vio a algún asesor desesperado tratando, sin éxito, de convencer a su jefe para que pidiera la postergación. Igual no se consiguió el consenso y el cuarto intermedio se fue dilatando. Cuando ya habían pasado casi dos horas Santiago de Estrada llamó a una votación interna. La postergación ganó por un voto, 17 a 16. Esto demuestra que es falso que haya habido un plan del macrismo para dilatar el juicio. Algunos macristas querían votar y así lo expresaron, sin importar la situación que se vivía en el recinto. Otros, prefirieron pedir la postergación por miedo. Pero así todo, la decisión se tomó por un voto. En un marco de violencia donde el recinto era una bomba a punto de explotar. No es grave que Ibarra denuncie un complot, lo ha venido haciendo hace más de 10 meses, lo grave es que los medios lo transformen en la realidad. ----- U24, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 2005 |