Ricardo Diez
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| Enviado viernes, 07 de enero, 2005 - 11:31 am: | |
http://www.belt.es/noticias/2005/enero/03/disco.ht m La discoteca incendiada en Buenos Aires eludió la última inspección Dimite el responsable de seguridad de la capital de Argentina Los responsables de la morgue terminaron ayer las autopsias a 182 cuerpos, víctimas del incendio en la discoteca República Cromagnon, que había eludido la última inspección de seguridad. La policía insistía ayer en que las víctimas mortales tras el incendio por el disparo de bengalas y el estado de pánico que sucedió a la estampida de miles de jóvenes son 188. La tragedia forzó la dimisión del responsable de seguridad de Buenos Aires, Juan Carlos López. Otros 57, entre más de cien heridos que continúan hospitalizados, permanecen ingresados en salas de cuidados intensivos y su estado es considerado "crítico" o "muy delicado". Los familiares, amigos y vecinos del lugar, que convirtieron la esquina de la discoteca en un santuario de fotos, flores, rosarios y pancartas, convocaron a manifestaciones ante la sede del Gobierno de la ciudad para pedir "justicia" y, nuevamente, a una cacerolada para "que se vayan todos". Entre el sábado y el domingo, bajo un sol abrasador, los coches fúnebres se estacionaban uno detrás de otro a las puertas de la morgue judicial. Los cementerios extendieron sus horarios restringidos, propios de días de feria, y los enterradores trabajaron a destajo en días y horarios que debían ser de descanso. El estado de conmoción perduraba el sábado y se prolongaba hasta el domingo, atontaba inclusive a quienes debían transmitir condolencias o reaccionar y asumir su responsabilidad. El presidente Néstor Kirchner se marchó el jueves por la mañana a pasar la Nochevieja y el fin de semana a Santa Cruz, la provincia patagónica en la que reside y de la que fue gobernador. Enterado de la tragedia, no regresó a Buenos Aires ni transmitió ningún mensaje, ni dijo palabra pública alguna. El ministro del Interior, Aníbal Fernández, sólo atinó a opinar que el lugar se convirtió en "una trampa mortal" porque se había cerrado la amplia puerta de emergencia "con candado y alambre". El jefe de Gobierno de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, quien en principio intentó recargar las culpas sobre los empresarios y organizadores del recital, aseguró ayer que iniciará un sumario interno, al margen de la investigación de la justicia, para determinar las responsabilidades que caben a los organismos de control. "El presidente me llamó ayer desde la provincia de Santa Cruz varias veces y puso toda la logística de su Gobierno a nuestra disposición. Quiero destacar la permanente colaboración que recibí del ministro del Interior, Aníbal Fernández", subrayó. En principio, Ibarra ordenó mantener cerradas las discotecas de la ciudad otros 15 días, después de que se cumplan los tres de duelo impuestos el pasado viernes, para convocar en ese plazo a la cámara de empresarios del sector, las organizaciones sociales y a los legisladores de la ciudad, a participar de un debate que proponga "un cambio en las normativas del control de locales bailables". Según Ibarra, "hay que elaborar una norma que sea cumplida por todos". El jefe de Gobierno adelantó además que se prohibirán definitivamente los conciertos de bandas de rock en discotecas habilitadas sólo para organizar fiesta o bailes con música previamente grabada. El secretario de Justicia y Seguridad Urbana del Gobierno de Buenos Aires, Juan Carlos López, renunció a su cargo porque "si no se consiguió que las cosas se pusieran en condiciones suficientes para que no pasen estas tragedias, la verdad es que la responsabilidad es del capitán; y la mínima respuesta que debe darse, en términos de defender las instituciones, es que los jugadores se cambien". López dijo que el sitio estaba habilitado "desde hace ocho años", pero que durante todo ese tiempo se le hicieron "pocas inspecciones, la última en 2003".
La Dirección de Inspección del Gobierno de Buenos Aires, encargada de controlar unos 200.000 locales dedicados a la industria y al comercio, tenía 500 agentes que fueron sustituidos hace poco más de un año, sospechosos de ineficiencia y corrupción, por otros 250 formados especialmente. López admitió que aún no se completó la renovación en el área de verificaciones, "porque no se resuelve el problema de un día para otro". La discoteca República Cromagnon, que entonces funcionaba como una bailanta de música tropical llamada El Reventón, estaba cerrada el pasado marzo cuando los inspectores y la policía, en una operación conjunta, revisaron los llamados "boliches bailables" del barrio de Once. Según López, "el Estado normalmente actúa por denuncias y contra este boliche no había ninguna, por otra parte la dirección de bomberos informó entre abril y mayo que el lugar estaba en regla". El ex secretario admite la responsabilidad del Estado, pero advierte de que "no hay país que funcione si las leyes van para un lado y la sociedad para otro". El empresario Omar Chabán, dueño del local nocturno, fue detenido y ha sido imputado por "homicidio y lesiones culposas" por la jueza María Angélica Crotto, que posiblemente lo interrogue hoy. La justicia también busca identificar a los jóvenes que provocaron el incendio dentro del local apenas se inició el recital del grupo Callejeros. Claves de la tragedia: una bengala, el techo y las puertas de emergencia El exceso de público y una puerta sellada completaron el cóctel mortal. Una bengala lanzada por tres jóvenes hacia un techo de gomaespuma y tela, más una amplia puerta de emergencia sellada con alambres y candados se convirtieron en las claves de la tragedia que enlutó a la Argentina, pocas horas antes de finalizar el año. La masacre también fue potenciada por un local que -según sus dueños- tenía capacidad para 4.500 personas y que -de acuerdo al gobierno porteño- sólo podía albergar a 1.300. Además, "República de Cromagnon", con una superficie de 1.500 metros, tenía sólo una habilitación municipal clase C, es decir que allí no podían realizarse conciertos o albergar a menores de 18 años. Ese coctel fatal derivó en que la noche del jueves el fuego se desparramara por el local del barrio de Once y se convirtiera en una jaula mortal para cientos de jóvenes. Sólo unos pocos murieron alcanzados por el fuego; la mayoría pereció al inhalar monóxido de carbono y cianuro, producto de la combustión de los plásticos que había en el local, mientras que también se registraron fracturas y lesiones propias de la desesperación por salir del lugar. Varios de los espectadores que lograron escapar de las llamas por una salida de emergencia terminaron en un estacionamiento ubicado detrás del local. Los investigadores aseguran que ya estarían identificados los tres jóvenes que decidieron encender una bengala del tipo "tres tiros" para "celebrar" el comienzo del recital de la banda "Callejeros", dijeron fuentes que participan en la investigación. Cuando todavía se estaban sacando cuerpos del local "República de Cromagnon" y se trataba de asistir a los heridos, un grupo de chicos que lograron salvarse le contaron a los periodistas que el fuego se generó cuando se lanzó una bengala. "Ni bien había empezado el recital y tiraron una bengala que tocó una mediasombra que había en el techo -contó uno de ellos-. Y eso que decían que no tirasen bengalas porque iba a pasar lo de Paraguay". Incluso, el joven admitió frente a las cámaras de televisión: "Yo también había llevado una bengala, pero no la prendí... Nosotros también somos en parte responsables...". A su vez, la madre de uno de las víctimas aseguró que, después de que los tres jóvenes arrojaron la bengala que desató la tragedia, el fuego se propagó "en apenas un minuto y empezaron a caer cosas calientes del techo", mientras que en el local se cortó la luz y se convirtió en una lotería quién se salvaba de la muerte. Muchos atinaron a buscar la salida de emergencia. Pero, primero los bomberos y luego el jefe del gobierno porteño, Aníbal Ibarra, aseguraron que las puertas de emergencia, que tenían el ancho de un garaje, estaban cerradas "con alambre y candados". "La desgracia fue mayor, porque la puerta de emergencia del local estaba cerrada con alambre y la cantidad de personas en su interior excedía a la capacidad permitida, lo cual elevó el número de víctimas", dijo un policía. Si bien las pericias determinarán el origen real del siniestro, todos los testimonios coinciden en que haber encendido una o más bengalas provocó la combustión del techo, que estuvo favorecida por estar cubierto de telas". Una de las jóvenes que estuvo en el local afirmó además que "no había un solo extinguidor" en el lugar. Un sistema con muchas grietas El sistema de control de la seguridad en los lugares públicos depende hoy en la ciudad de Buenos Aires casi exclusivamente de la buena voluntad y la responsabilidad individual, cualidades de no tan fácil hallazgo. Las habilitaciones y los permisos oficiales que se otorgan dependen de cuestiones tan burocráticas y complejas que convierten el sistema en un peligro. Veamos qué sucedió en la tragedia del jueves: 1) La habilitación contra incendios extendida a República Cromagnon había caducado en noviembre de 2004. Esto significa que, la noche de la tragedia, el local no estaba habilitado para organizar un recital público, pero nadie impidió que igual se hiciera. 2) El encargado del recinto, Omar Chabán, es quien debió realizar el trámite de renovación del permiso, pero nunca lo completó. 3) La Superintendencia de Bomberos es la que otorga los permisos, pero sólo actúa por pedido y no por propia iniciativa. Como en este caso Chabán no actuó, Bomberos no realizó un nuevo control. 4) Y como los bomberos tampoco advirtieron al gobierno porteño, la Ciudad -que no lleva un registro de estos vencimientos- nunca se enteró de que la disco debía ser clausurada. 5) Conclusión: el sistema, tan vulnerable, estalló. La irresponsabilidad empresarial, la pasión exacerbada de un sector del público y un esquema cuestionable de controles desembocaron en una tragedia que pudo haberse evitado con algo menos de burocracia y una dosis de sentido común. Por un lado, la conjunción de materiales que arden fácilmente, miles de espectadores de más, pirotecnia y puertas de emergencia cerradas dejaron poco margen para minimizar el desastre una vez comenzado el caos. Por el otro, el controvertido manejo de los organismos destinados a controlar evitó que hubiera una mayor prevención. Ahora, ¿pudo haber hecho algo el Estado para que no se produjera el accidente en República Cromagnon? Pudo haber realizado controles periódicos en las instalaciones. Pudo haber llevado un registro para saber que el permiso del boliche había caducado y que el mismo debía ser clausurado. Pudo haber impedido el ingreso de los miles de espectadores de más que había en el salón. Pudo haber reconocido los problemas que le acarreaba un sistema que, de tan burocrático, parecía autoinhibirse. En el gobierno porteño aseguran que resulta imposible controlar diariamente todas las discotecas. Dicen que la ciudad no cuenta con infraestructura para colocar un inspector en cada puerta. "Yo no puedo estar encima de un empresario para estar seguro de que nadie le va a poner un candado a la salida de emergencia. Eso es responsabilidad de quien organiza el recital. Así funciona el sistema", señaló Ibarra. ¿Estamos en manos de Chabán, entonces? Sacar a la calle 30.000 inspectores por noche parece absurdo. Resulta necesario, entonces, asignarle algún grado de confianza a la acción individual. A pesar de ello, los riesgos pueden minimizarse con controles frecuentes, una mejor interacción con otras áreas, cuerpos de inspección más capacitados y una mayor profesionalización del sector público. El Estado no arrojó la bengala, no instaló el techo inflamable ni puso el candado en la salida de emergencia, acciones todas de efecto directo sobre la tragedia. Pero tampoco supo modificar a tiempo un sistema inútil que, en otras condiciones, pudo haber prevenido el desastre. Esa es su responsabilidad. Fuentes: El País La Razón Diario de Cuyo (Argentina) La Nación (Argentina) Belt Ibérica S.A. 02.01.05 03.01.05 |